Page 12 - 20-COLINAS DEL ALTO VIENTO-1943
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                         Poesías Completas  Alfredo R. Bufano

                            entre flores de niebla, rosas claras,
                           rosas purpúreas de inefables pétalos,
                             luminosos jacintos y caléndulas
                           de cristal empañado en albas verdes.

                          El mundo estaba inmóvil. Ni una hoja,
                             ni un tallo, ni una nube se movía.
                            ¡Oh tú, viajero de nevosas barbas!
                         ¿Por qué yacías muerto sobre el césped?

                        ¿Por qué en tus ojos huecos y en tus manos
                           crecían dulces hierbas, y en tu pecho
                             anidaban los pájaros? Las horas
                             eran pinos enhiestos enclavados
                             en borrosas colinas inmutables.

                             De pronto oí una música celeste.
                          ¿En donde están, Dios mío, las palabras
                          que al hombre digan lo que yo deseo?
                        ¿De qué remotos mundos, de qué abismos,
                           de qué cumbres salían las canciones
                           que hasta mi lábil corazón llegaban?
                           ¿Era yo mismo? ¿Era mi alma nueva
                          la que cantaba? ¿O eras tú, Dios mío?

                            Alcé mis ojos. ¡Y qué cosas vieron!
                             Rutilantes arqueros cabalgaban
                            corceles blancos, luminosos, ágiles,
                           de finos remos áureos, cascos breves
                             hechos de luna. Una jauría negra
                             de alargados lebreles, los seguía
                             por los caminos pálidos del cielo.
                            Delante de ellos una gran bandada
                              de musicales pájaros de nubes
                             volaba, y al volar, los aires todos
                            se llenaban de luces y fragancias.


                                          10             Carlos Barros Ediciones
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