Page 18 - BITACORA
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no? Era imposible indagar al despiadado vacío que dejó,
si es que todo tiene que ocupar espacio.
Bajó y subió escaleras. Subió y bajó los
mismos escalones hasta palidecer casi tanto como el
mármol pulido, antiguo, callado, de las estatuas barro-
cas. La réplica de Artemisa apuntó su flecha cerca, no
importa cuánto, de las ventanas abiertas, sin moverse.
Si fuera posible regresar al laberinto
claro de la infancia: acertijo de diez caminos azules,
pitagóricamente simbólicos. Diez (tetraktis), suma de los
cuatro primeros números y por eso, cifra perfecta,
capital, enigmática… Como la niñez, una caracola
cristalina de incontables rondas; una música inocente
que bailotea y persiste en los oídos.
Si acertara decir la ternura con iguales
palabras, evitando la amarga semilla de todo lo malo.
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