Page 22 - CALLES DE BARRO
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Héctor Toledo
Y allí se escribieron las páginas más im-
portantes de su corto tiempo donde su mesura siem-
pre estuvo en lo alto.
La última pelea con el “Oso Flores” fue el
comienzo del ocaso, subió al ring casi vencido
hasta el desgaste de sus botas hablaban de su condi-
ción. Conversar hoy de su derrota es reconocer que
alguna vez su anonimato trascendió por sus triun-
fos.
Cómo cuesta a un periodista saber mucho
de su vida y apartarse lo suficiente para poder
escribir. Es necesario abusar de su derrota para que
la nota sea aceptada.
Y mi pintura virtual, como mi crónica, creí
haberlas terminado cuando vi al joven de nariz
chata salir del hospital con su pequeña hija tomán-
dole la mano y su madre empujando la silla de
ruedas. Quise hablarle, pero su mirada ya no per-
tenecia a este tiempo.
Puse el punto final al reportaje y guarde
los pinceles ilusorios esperando que los tonos
reposen y hablen por si solos, cuando el tiempo se
agote.
Arte y redacción se fusionan al mismo
tiempo. Pinceles y palabras, logran un grado de
libertad y fantasía que solo se conquista… deján-
dose llevar.
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