Page 10 - BUFANO BIOGRAFIA
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                         Poesías Completas  Alfredo R. Bufano

           rreaba serios conflictos domésticos- vagar por los campos nues-
           tros, extasiarse en la contemplación de las corrientes aguas de
           los canales, juntar huevecillos de colores, coleccionar los pájaros
           que atrapaba en sus solitarias correrías y todo aquello que
           inundase su alma, de la simple felicidad de las humildes criaturas
           del Señor, que constituían su más preciado consuelo”.
                 Catorce hijos tuvo el matrimonio Bufano. Cuando  Alfredo
           abandona el estudio tiene que trabajar. “Las manos inhábiles
           empuñan el martillo, el fuelle, la pinza”, es carpintero y aprendiz
           de albañil. Acompaña al padre,  que es talabartero, y recorren
           fincas y bodegas en busca de arneses para componer.
                 Ya cumplida la promesa, deja el sayal franciscano y junto
           con él queda atrás su infancia.
                 Según M. Angélica Cichero, a los quince años, venciendo la
           oposición temerosa de la  madre, con un magro equipaje, se
           marcha a Buenos Aires, en busca de nuevos horizontes. Algunos
           poemas avalarían esta hipótesis, así como otro fragmento auto-
           biográfico:  “Cuando el muchacho tenía  catorce  años, la llama
           escondida que le abrasaba el corazón hizo que abandonara esta
           tierra para buscar su ruta en los horizontes del mundo”. Américo
           Calí, en cambio, dice que toda la familia se trasladó a Buenos
           Aires en 1908, en  búsqueda de mejores perspectivas econó-
           micas. Ariel Bufano, en la entrevista citada, confirma que se
           trasladó toda la familia.
                 Alfredo desempeña en Buenos Aires las tareas más hu-
           mildes. Bajo un plátano de la Avenida de Mayo lustra zapatos y
           lee. En las plazas y jardines públicos vende globos de colores para
           los niños, y lee. A los diez y ocho años es vendedor en una librería
           de la calle Carlos  Pellegrini,  y lee febrilmente. Allí y entonces
           comienzan sus contactos con el medio intelectual y artístico de
           Buenos Aíres y con el periodismo. En 1915 comienza a publicar
           sus poemas en  El Correo  Musical Sudamericano  y pronto
           abandona su empleo en la librería para ser redactor de la revista.


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