Page 20 - HUELLAS DE UN ANDAR
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Raúl Villarromero HUELLAS DE UN ANDAR
Nos aliviará hondamente, el pensar que nuestro ser
tan querido ya cruzó la línea, ingresando al Reino de la
Luz.
Es el destino del hombre, un largo peregrinar hacia
la luz. “La muerte sólo es ausencia, es alcanzar un tiempo
de perpetua paz. Es volver a creer en la eternidad”, tal
como lo dijo el poeta.
Hay que celebrar la vida, hay creer en los milagros
y caminar esperanzado cada día, pues nada termina defi-
nitivamente, simplemente continúa en otro lugar.
En uno de mis poemas, hace mucho tiempo escribí:
Los viejos no mueren
se ausentan nomás,
no muere el cariño
cuando es de verdad.
Los viejos no mueren
lo digo sin llanto,
lo digo en un canto
mirando una cruz,
se quedan cual llama
dando calor y luz.
Por supuesto, esto lo aprendí después de un tiempo.
Muy poco sabía de la vida, con mis tempranos catorce
años, cuando partió mi padre y cuando, cuatro años des-
pués, lo hizo mamá, y a partir de ahí, su recuerdo dejó de
dolerme, pues ellos prendidos se quedaron a todo lo que
amaron, y de quienes los amamos.
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