Page 9 - HUELLAS DE UN ANDAR
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HUELLAS DE UN ANDAR Raúl Villarromero
Cuando se aproxima el verano, es notorio el deseo
de lucir de la mejor manera, silueta y sonrisa. Y hay quie-
nes en ello concentran sus mejores esfuerzos, llegando a
veces al límite del sacrificio.
Quieren y esperan que su escultural figura sea grata
a los ojos del ser amado, quieren sentirse admiradas y si
despiertan algunos destellos de envidia, al pasar, mucho
mejor.
Y se martirizan por algunos rollitos que de rebeldes
nomás, se empeñan en quedarse.
Bienvenido todo aquello que nos ayude a sentirnos
bien. Vale la pena el esfuerzo si es saludable, y mucho
más, si no nos empuja la vanidad.
Pero es más importante el compromiso de intentar
ser un poquito mejor cada día. Abrir el corazón y aprender
a mirar con los ojos del alma.
Por eso, mujer, no te sacrifiques para verte más lin-
da, más escultural, al menos no lo hagas por mí. Ante mis
ojos, eres dueña de una inmensa belleza. Eres como una
flor, que nació para perfumar y alegrar mi huerto. Tan solo
con verte se despiertan en mí, los más bellos sueños, los
grillos y las palomas dormidas.
Tus ojos son el remanso que me empeño en mirar,
¡fiel reflejo de tu alma pura! Tu sonrisa contagia, transmite
alegría, confianza y vida.
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