Page 10 - HUELLAS DE UN ANDAR
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Raúl Villarromero HUELLAS DE UN ANDAR
Tus manos... ¡Ay... tus manos están hechas para la
caricia, el derroche y la multiplicación de la ternura! Tu
voz... es bálsamo milagroso que ayuda a curar mis viejas
heridas, que quita mis desvelos y me devuelve la paz.
Recuerda mi bien amada, la vida pasa veloz, tran-
sitando los carriles de las cosas pequeñas y simples, buce-
ando en las profundidades del corazón.
Cada minuto es valioso, cada amanecer nos brinda
la posibilidad de renovarnos por dentro, reinaugurar la ilu-
sión y agradecer por un día más.
Lo externo... es cierto, es importante, y hay quienes
lo usan como arma de seducción, pero no alcanza para
edificar con solvencia y amor.
El amor está presente en los ratos compartidos, en
amenas charlas, en los matecitos de la mañana y de la
tarde. En la comida hecha con esmero y servida con ca-
riño. En la intimidad de un cuarto, donde dos, se hacen
uno. En el milagro del hijo que nos permite prolongar
nuestras vidas y nuestros sueños. En el codo a codo, por
el largo camino, por la senda que pretendemos recorrer tú
y yo, haciendo de sostén y sostenido.
El amor estimula nuestras alegrías, nos acompaña y
fortalece en el dolor que nos depara el cotidiano vivir. Está
presente en la espontánea sonrisa de los “buenos días”, en
el “nos vemos luego”, en el llamado telefónico, en el men-
saje de texto que simplemente nos dice: “Hola, ¿cómo
estás?”
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