Page 19 - GREGORIA
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                                     Gregoria
        que la pequeñita se llamara Gregoria, como quién la trajo al mundo.
             _Y… ahora apúrese, lávese las manos y la cara y tráigame el pañuelo
        negro  que  tenemos  que  acompañar  a  la  finadita  hasta  el  campo  santo.
        Baltasar la preparó y toda Santa Rosita nos está esperando en cortejo ¡Pués!
        _ ordenó la mujer ya repuesta de su emoción.
             _ ¿Y la Gregorita?_ preguntó el jovencito.
             _Se queda en el rancho, con la gringa…¿Pa’...qué?… ¿Pa’ qué la
        vamos a llevar a la inocente?_ se la escuchó refunfuñar a la doñita.
             Partió  el  séquito,  con  el  féretro,  que  había  llegado  portando  en  su
        vientre vivo, a una hija. Y  desandó el camino de la desafortunada madre,
        para depositarla  en el cementerio rural.
             A la vuelta, “la Gregoria chica” dormía en una cunita improvisada
        con  una  vieja  valija,  rechoncha  de  haberse  amamantado,  en  la  cama  de
        Laurindo  y  una  pila  de  pequeña  indumentaria  había  sido  prolijamente
        presentada para la recién arribada. Anochecía, Gregoria tomaba unos mates
        amargos… al tiempo que pitaba un cigarro armado y el humo que exhalaba
        se perdía en sus propios ojos… y… se mezclaba con sus propias lágrimas
        “casi secas”: _ De esa que duelen más ¿Vió?… y… el alero del rancho y un
        cielo crepuscular al que le preguntaba casi como un pedido devocional…
             _ ¿Qué voy a hacer ahora Diosito? Es tan chiquita la pobre… no me
        la quites ¡Por algo se salvó pués!
             _  Laurindo!  ¡Encerrá  a  los  animales!…  ya  es  tarde...  y  buscá  a  la
        gringa que la chinita ya empieza a berrear.








                                     CAP III:
                                   Perito Tostejo

             En esa zona tan particular, de un país que trascendía los principios de
        siglo y trataba aún, habiendo pasado una década, de despegarse del final de
        otro… faltaba de todo o… no hacían falta tantas cosas…
             Perito  Tostejo  llevaba  el  nombre  en  recordación  de  un  experto  en
        agrimensuras, naturalista e investigador  de suelos  y, dicen algunos, espe-
        leólogo  que fuera contratado por el gobierno (de aquel siglo anterior que


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