Page 12 - TELARAÑA
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                              Juan Carlos (Topo) Fernández

               A pesar de tanto maltrato, la joven  aún se mantenía con
           vida gracias a las  sofisticadas  máquinas de  terapia intensiva,
           que trabajaban a destajo junto a los doctores y enfermeras, que
           batallan minuto a minuto, para mantenerla con vida.
               También se descubrió a través de las cámaras del hospital,
           que la persona que abandono en aquel estado a la joven, podría
           haberse tratado de un ser humano varón. Cada una de las
           hipótesis que se hicieron sobre el caso, se  basaban principal-
           mente en la contextura física y el tamaño del sujeto en cuestión.
           En cambio y para desilusión de los investigadores, no pudieron
           ver el rostro del sospechoso, lo había mantenido oculto debajo
           de una capucha oscura durante todo el trayecto.
               La identificación del automóvil, en el cual había llegado
           para arrojarla allí, tampoco les había servido de mucho. Era de
           color negro, llevaba tapada la patente y el modelo era dema-
           siado común por esos lugares.
               El caso era que la pobre chica, dormía el sueño de los sen-
           tenciados, tirada en la cama del hospital sin que nadie supiera
           quién era, ni lo que podría haberle sucedido.
               No estaba muerta, esa situación ya era trascendental para
           su vida. Pero su frágil cuerpo había recibido demasiado castigo
           y humillaciones, para recuperarse; si es que lograba hacerlo.
               Los doctores que  la atendieron en  ese  momento,  habían
           sido bastante escépticos en cuanto a su recuperación. Dejaron
           bien claro en el parte médico, que si  por casualidad la joven
           superaba aquella traumática noche, quizás lograra reponerse el
           escepticismo era total.
               Hasta ese momento la historia venía siendo una verdadera
           porquería, algo que a esa altura era imposible de negar, lo que
           nadie se imaginaba era que la verdadera tragedia, comenzaría
           a gestarse unas horas más tarde.
               Todo comenzó, cuando una de las enfermeras giro el cuer-
           po de la joven para para asearla, y descubrió algo que le hizo
           soltar un horrible  grito de  espanto. La pobre mujer no  podía

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