Page 13 - TELARAÑA
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                                      TELARAÑA

           creer lo que sus ojos estaban viendo, resulta que la chica tenia
           engrampada a su espalda, una pequeña esquela con una nota
           escrita:
               “Ella es la primera, si no logran  salvarla aparecerán
           otras"—se podía leer claramente.
               Después de leer la nota, la enfermera abandono la habita-
           ción espantada, y recorrió el pasillo a los gritos en busca de
           ayuda.
               Minutos  después del  macabro hallazgo,  el Memorial se
           convirtió en un asqueroso y desagradable circo mediático. En
           pocos segundos los periodistas, noteros y camarógrafos,  bu-
           llían por todos lados tratando de obtener la tan  ansiada pri-
           micia. Obviamente sin importarle a quien, o a quienes, termi-
           narían pisándoles las cabezas.
               Marcos Dalaras por aquellos días, era un joven policía
           recién ascendido a comisario, su figura era el blanco genera-
           lizado de las cámaras de televisión y de las otras. Transitaba el
           pasillo inmutable y a paso redoblado, en busca de la oficina del
           director sin que se le moviera un pelo de tanto acoso mediático.
               A pesar  de su corta carrera ya era considerado un gran
           profesional, aunque por dentro fuese un volcán a punto de
           estallar, ninguno de los acosadores de turno lo descubriría.
           Desde sus comienzos en la fuerza, jamás había podido tener
           una buena relación con la prensa, los tildaba de personas
           egocéntricas, individualistas y maliciosas.
               Para él los periodistas, eran personajes capaces de hacer
           cualquier cosa, con tal de vender una primicia al mejor postor.
           Aun a sabiendas de que la noticia que publicarían, pudiera
           afectar directa o indirectamente, la vida privada de la gente o la
           sociedad entera.
               Después de mantener una larga charla con el Director
           Michel Bunge, Dalaras abandono la oficina bastante preocupa-
           do. Dentro de su cabeza continuaba dando vueltas, el texto de
           la nota encontrada engrampada a la espalda de la chica, sobre

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