Page 19 - EL AGAPITO
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El Agapito
labios finitos. Pantalón de cuerina marrón, botas negras pasadas
de moda pero bien lustradas, pulóver negro con cuello y campe-
ra de cuero negra. Se sentó con suficiencia, miró para ambos
costados y luego detuvo la vista en frente a los tres jueces y
respondió a las preguntas que el Presidente le formuló sobre sus
datos personales.
Yo pensaba: ¡Cuántas pijas te habrás comido enana puta
mal parida!
El presidente del tribunal dijo la misma pelotudez de siem-
pre que ni él se la creía: Usted está citada como testigo y en tal
carácter debe decir toda la verdad porque si miente, niega o
calla lo que sabe puede incurrir en el delito de falso testimonio 25
que está severamente penado con penas que pueden llegar
hasta los diez años de prisión. ¿Me comprendió bien?
-Sí señor.
-Bueno, póngase de pié que ahora le voy a tomar jura-
mento.
-¿Jura decir verdad de todo lo que supiere y le fuere
preguntada?
-Sí juro.
-Puede tomar asiento.
El caso era una verdadera aberración pero yo estaba
seguro de que de ningún testigo podía comprometer a mi
cliente. A lo sumo podían decir que sentían llorar y llorar al bebé
pero más no. Nadie, en concreto y sin inventar, podía asegurar
haber visto al padre golpear el niño. Por ahí podían compro-
meter, pero hasta cierto punto, algunas testimoniales al hacer
referencia a determinados aspectos de la pareja y en particular,
a la personalidad violenta de José, pero hasta cierto punto. Por lo
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El código penal argentino castigaba con penas de un mes a cuatro años, al
testigo, perito o intérprete que afirmare una falsedad o negare o callare la
verdad, en todo o en parte. Las penas podían elevarse hasta diez años si el
falso testimonio se cometía en una causa criminal en contra del imputado.
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