Page 17 - ASESINO
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                 Ariel Pérez Bresco  de  Radio  La  Voz, un petiso corrupto  y
           altanero hoy devenido a periodista, lanza otra…
                 — ¿Cuáles son los pasos a seguir?…
                 Bresco descuelga  la cámara  del  cuello,  y comienza a  disparar
           ininterrumpidamente,  hacia  los presentes.  Al revelarlas la  silla del
           fondo aparecerá vacía.  El  misterioso hombre que la ocupaba,  al
           adivinarle las intenciones, la ha dejado abandonada.
                 El comisario a esa altura ha perdido la compostura. La corbata le
           flota dos o tres centímetros, debajo del cuello de la camisa. Gruesas
           gotas de transpiración, surcan su frente. Todos  los que se encuentran
           allí adentro,  conocen  la    aversión  del  Comisario,  hacia  los  medios.
           Bebe  un largo trago  de agua, lanza  una  hoja sobre el escritorio y
           contesta la pregunta con cara de culo…
                 —Desde ahora en adelante, haremos todo lo que esté a nuestro
           alcance—Se detiene, levanta la cabeza y le habla directamente a las
           cámaras, de los dos únicos  canales del pueblo, que están filmando la
           conferencia en directo.
                 —Solicito   a la sociedad—prosigue—que       esté   atenta,
           seguramente tendremos más datos en las próximas horas,  cualquier
           información que puedan acercarnos será bien recibida. Creemos que
           ha sido un hecho totalmente aislado, pero para mayor seguridad les
           pedimos  sobre todo a los jóvenes,  que  regresen  a sus  hogares
           temprano y tengan el máximo recaudo posible…
                 Se pone  de pie,  coloca  la  gorra  sobre  su cabeza entrada  en
           canas, saluda a los presentes y abandona la sala.
                 Tiene muy claro las dificultades que deberá enfrentar, para
           resolver  este caso.  Teniendo  en cuenta que   lo más duro que han
           hecho sus hombres, es retirar borrachos de los boliches.
                 En su cara hay un dejo de calentura, es lo último que le faltaba,
           a solo unos meses de jubilarse—piensa—mordiéndose los labios.
                 El sujeto de la silla todavía no se ha retirado. Se encuentra en la
           vereda  de enfrente,  afirmado en uno de los paraísos,  esperando la
           salida de los periodistas. Intercambia opiniones con ellos, tratando de
           averiguar qué es lo que saben. Descubre con simpatía, que los tipos
           están totalmente en bolas. Aunque eso ya lo sabe con anticipación, ha
           realizado un trabajo perfecto, limpio, y sin fisuras.





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